lunes, 8 de febrero de 2016

Valdemorillo 8 Febrero 2016

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Entre los tres apenas reunían dos años de alternativa. Y ese rodaje tan necesario e imprescindible, lo echó en falta la juvenil terna que cerró la Feria de Valdemorillo a la hora de hacer frente a una corrida a veces correosa, siempre descastada y nunca fácil de Ana Romero, cuya tipología no estuvo acorde con su comportamiento. Borja Jiménez no sólo era de los tres el más veterano, sino también el más capaz, y por eso fue quien con más decoro resolvió la papeleta. Lama de Góngora y Francisco José Espada vivieron una tarde agria por las condiciones de sus respectivos lotes y por el improductivo rédito del esfuerzo invertido. El primero de la suelta, zancudito, suelto de carnes, enseñando las puntas, no tuvo, ni por dentro ni por fuera, ninguna de las virtudes de su encaste, pues acometió sin celo ni humillación y tendió a perder el objeto después de cada pase. Su embestida tampoco fue larga, pero por el lado derecho se deslizó algo más. Ya en este toro dejó buenas sensaciones Borja Jiménez, que lo fijó con gran solvencia y firmeza de planta, y armó una labor consistente, de torero puesto, muy por encima de las prestaciones del animal. De extraño pelaje el cuarto, cárdeno claro con los cuartos traseros en negro. Tuvo este animal la movilidad como principal virtud y la falta de clase como mácula, pues nunca dio la impresión de entregarse en la embestida. Volvió a responder Borja Jiménez, que inició faena de rodillas en los medios para luego muletearlo con capacidad y recursos. Y más oficio del que se le presupone conforme a lo que ha toreado. Perdió la cara al animal en un desplante, casi al final de la faena, y sufrió una aparatosa voltereta, sin aparentes consecuencias. Tardó en caer el toro pero esa demora no enfrió al público y el sevillano se hizo con la única oreja de la tarde. El resto del espectáculo dio poco de sí. El entipado segundo, de agradable presencia y suave conducta, pecó de escasa pujanza. Se jalearon las verónicas de Lama de Góngora pero luego en el último tercio el sevillano no encontró los resortes para llegar al tendido. El quinto fue el más agresivo. Amplio de sienes, con la cara para delante y astifino, su aparición en el ruedo fue acompañada de una cerrada ovación. Sin embargo fue el más listo de los seis, un toro espabilado, que se quedó corto y repuso con presteza en el embroque frente al que Lama, que lo había saludado a portagayola, pasó un rato amargo. Le faltó fijeza y raza al tercero, otro cárdeno recortado, degollado de papada, que de Santa Coloma solo tuvo la tipología. Hizo un esfuerzo Francisco José Espada porque su faena trascendiera, aguantó miradas y parones con firmeza, sufrió una voltereta, incluso robó algún muletazo loable. El manejo de la espada fue lo único censurable de su actuación. Clausuró la feria otro animal exigente por pegajoso, al que le costó despegarse de los vuelos. Lo intentó Espada con corazón y los incipientes recursos que todavía posee, y el resultado no fue brillante.
Hierro de Ana Romero - EspañaPlaza de toros La Candelaria de Valdemorillo.
Última de la Feria de San Blas. Dos tercios de entrada. Toros de Ana Romero, desiguales de hechuras. Segundo, tercero y cuarto respondieron más a la tipología del encaste. Muy agresivo el quinto. Más feos los restantes. El cuarto, que se movió sin clase, sobresalió de un conjunto descastado y de poco juego.
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Borja Jiménez, ovación tras aviso y oreja tras aviso;
Lama de Góngora, silencio y silencio;
Francisco José Espada, silencio en ambos.

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domingo, 7 de febrero de 2016

Fiesta de Valdemorillo 6 Febrero 2016

Atención a Martín Escudero

تنسين أ مرتين 

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La segunda de Valdemorillo resultó pródiga en matices y triunfos. Un buen encierro de Monte La Ermita, aún herrado con el pial de Carmen Segovia, permitió a los presentes calibrar con argumentos a la terna. Triunfaron los tres, pero sus orejas provocan lecturas diferentes. Paulita salió en hombros y con un toro de enorme calidad plasmó un año más en Valdemorillo su sello estilista. Sin llegar a alcanzar el nivel del pasado curso en este ruedo, Víctor Barrio cortó una oreja del quinto, pero la sorpresa de la tarde y el primer toque de atención de la temporada llevó la firma de Martín Escudero.
Más allá de la oreja que cortó y de la que perdió con la espada, el joven de Galapagar sorprendió porque logró amalgamar y reunir las virtudes que se intuían de novillero, compactar lo que antes eran retazos y, sin perder la base del valor seco que le distingue, ganar en expresión y cadencia delante del toro. Por eso la gente salió hablando de él aunque la Puerta Grande tuviera otro dueño.
El manejable tercero fue el toro más feo de la corrida. Desentonó en hechuras del resto del lote, pero tuvo movilidad y fue obediente a los toques. Se vio convencido a Martín Escudero ya desde el saludo capotero, se quedó muy quieto en un quite con el capote a la espalda y esa economía de movimientos la transportó luego a la faena de muleta, donde llamó la atención del público por su aplomo y asentamiento. Muy hundido en la arena y más allá de la largura de sus muletazos y de la flexibilidad de una cintura cada vez menos rígida, su labor transpiró autenticidad. Por eso le pidieron la oreja pese a un pinchazo previo a una gran estocada.
Cerró plaza un toro fuerte, musculado, estrecho de sienes y corniapretado, más propio de Las Ventas que de Valdemorillo. Ya en el capote no terminó de desplazarse y en el último tercio se movió en ese mismo son, pasando sin celo y sin terminar nunca de humillar. David Martín lo muleteó de nuevo con gran seguridad, aplastado en la arena, pasándoselo muy cerca en cada embroque y dando consistencia a una obra recia y sólida. La espada le cerró la Puerta Grande.
De par en par la abrió Paulita, a quien le cupo en suerte un ‘zapato’ de hechuras, de cuerpo reunido y abrochada testa, cuya calidad ya comprobó el aragonés en un quite a la verónica donde el animal se desplazó con clase, empujando el engaño con el hocico. Se sacó al toro al tercio a dos manos con mucha torería – sobresalieron las trincherillas – y dentro de una faena de compuesto y agradable trazo subieron el diapasón de la obra las dos últimas series, cuando el torero enganchó las embestidas por delante, apretando al animal y acompañando con la cintura su enclasado viaje, que se abría facilitando la ligazón. También contó la gran estocada con la que tiró patas arriba al de San Román.
Ya había dejado un preámbulo en el primero, toro hondo y reunido, apretado, ahogado de cuello, muy Torrestrella en su construcción, que tuvo un comportamiento explosivo, con carácter y temperamento las tres series que duró, pero acometiendo con mucha transmisión. Se quedó en el sitio Paulita, con la muleta por delante, y corrió la mano limpieza y emoción. Cuando cogió la izquierda, el toro, que nunca terminó de humillar, ya comenzaba a defenderse. Cerró por manoletinas y se entregó en la estocada. Faltaron pañuelos para la oreja. Antes lo había saludado con ajuste y compostura a pies juntos.
Víctor Barrio cortó la oreja del quinto que tuvo una presencia menos exagerada y más acorde con esta plaza. Fue éste otro animal de embestida franca que permitió al segoviano sacar todo su repertorio. Hubo un quite por tafalleras, un inicio de faena con un pase cambiado en los medios, y, dentro de una faena con ciertas intermitencias, un cierre en la corta distancia y unas apretadas bernadinas, que terminado por inclinar la balanza a su favor. Por eso cortó la oreja pese a un pinchazo previo a la estocada. A su primero, precioso de hechuras, corto de manos, cornidelantero, de generoso cuello le faltó ritmo y continuidad en su embestida. Como la acometida no fue uniforme tampoco pudo serlo la faena de Victor Barrio, a quien se le acabó atragantando el descabello.
Hierro de Carmen Segovia - EspañaPlaza de toros de La Candelaria, Valdemorillo. Segunda de la Feria de San Blas. Casi tres cuartos de entrada. Toros de Monte La Ermita -herrados con el pial de Carmen Segovia-,  muy serios y cuajados, de excelentes hechuras salvo el feo tercero. Sobresalió la calidad del cuarto de un conjunto más que notable. logo-mundotoro-fichas-crónicas
Paulita, ovación y dos orejas;
Víctor Barrio, ovación tras aviso y oreja;
Martín Escudero, oreja y ovación tras aviso.
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